Después de ser asesinada por su hermana, Mollie se dio cuenta de que la única persona que realmente la amaba era Jonathon, el hombre que había estado evitando toda su vida. Como fantasma, fue testigo de cómo Jonathon buscaba venganza por ella, lo que lamentablemente la llevó a su propio destino trágico.
Para su sorpresa, a Mollie le fue concedida una segunda oportunidad de vivir. Cuando despertó, se encontró atada a la cama de Jonathon, un lugar que alguna vez había considerado una prisión.
Esta vez, sin embargo, decidió aceptar la situación. Se arrojó con entusiasmo a los brazos de Jonathon, dejándolo conmocionado y preguntándose si todavía tenía intenciones de fugarse con el gigoló.
—Jonathon —dijo haciendo pucheros—, ¡quiero ser tu esposa!