"Aparte del divorcio, no tengo nada que decirte", dijo mi marido Kyle con frialdad. "Está bien, estoy de acuerdo con el divorcio", respondí, conteniendo las lágrimas y agarrando con la mano el diagnóstico que confirmaba que tenía cáncer de estómago.
"Cariño, ¿estás lista? Tenemos que ir al hospital para que le hagan un chequeo al bebé", escuché una suave voz femenina que provenía del teléfono de Kyle. Hoy no era mi día de suerte.
Después de tres años de matrimonio, mi marido tenía una amante que le había dado un hijo, mientras que yo había perdido a mi hijo no nacido.
En mi punto más bajo, descubrí que era víctima de la venganza implacable de Kyle. Nuestro matrimonio era un complot de Kyle para vengar a su hermana.
De pie en la azotea, le pregunté a Kyle una última vez: "Kyle, ¿cuándo renunciarás a la venganza? Si muero, ¿dejarás de lado tu odio?" Kyle dijo: "Claudia, no creo que tengas las agallas para saltar". Antes de que pudiera terminar, di el salto...
